Post- misión: La mision se mantiene viva en en el Santo Rosario
Mensaje del Santo Padre Francisco
Post- misión: La Mision se mantiene viva en en el Santo Rosario
El pasado día 31 de octubre de 2019 se clausuro el Mes extraordinario Misionero querido por el Papa Francisco, pero no se clausura el espíritu misionero de la Iglesia, ni la oración misionera, ni el interés por la evangelización, ni la solidaridad con las Iglesias jóvenes, con su clero o las nuevas vocaciones, o con su infancia. A lo largo de los tiempos tenemos que mantener el fervor misionero, el interés por el crecimiento de las comunidades cristianas. El mismo Papa nos ha invitado durante este Mes misionero extraordinario a rezar para que el Espíritu Santo suscite una nueva primavera misionera para todos los bautizados y enviados por la Iglesia de Cristo. Y explicó en qué consiste la «misión ad gentes» de la Iglesia (la misión hacia fuera, hacia los no-creyentes o que aún no conocen a Cristo) que «busca llegar a las periferias, los ambientes humanos, los ambientes culturales y religiosos todavía ajenos al Evangelio». Se mantiene viva y exigente la palabra de Jesús «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado» (Mt 28,19-20).
En orden a la oración sostenida por las misiones y por los misioneros, por la apertura de los corazones a la luz de Jesucristo, el Papa recomendó para este Mes Misionero el rezo del Rosario. Pero esta humilde oración siempre será valiosa, y el Papa Francisco ha exhortado a pedir, por intercesión de María, Mediadora de gracias, «paz para el mundo, sabiduría para los gobernantes, y fe y unidad para las familias» y ha manifestado el deseo de que recemos cada día el Rosario, lo que la Virgen María ha recomendado en varias apariciones suyas, la Arquidiócesis de Bogotá se une a este querer con el rezo del Santo Rosario por las familias . María aseguraba, dice el Papa, que «las gracias implícitas en esta oración serían salvíficas y llevarían a los hombres a la felicidad en el cielo». Se trata de que más allá de este mes mariano y misionero, imitemos el celo y el impulso misionero de la Virgen María, orando por que Dios nos haga mejores anunciadores de Cristo en cada ambiente de nuestra vida.